Una curva de la atención es una representación gráfica de cómo evoluciona
la atención a lo largo del tiempo que dura una actividad. Pero con “la curva de
la atención” me refiero a algo más concreto: un modelo que indica que la
atención de los alumnos a lo largo de una clase disminuye rápidamente, de tal
forma que entre 10 y 20 minutos después de que el profesor comience una
explicación, la atención del alumnado es mínima y, consecuentemente, también su
aprovechamiento.
Existe una lista de consejos para enseñar a leer de una manera respetuosa
con la forma de aprender del cerebro. En esa lista he encontrado una tabla con
indicaciones acerca del tiempo que se podía dedicar a la instrucción directa
según el curso de los alumnos, desde los 5 a 8 minutos de 1º y 2º de primaria
hasta los 12 a 15 minutos para los alumnos de últimos cursos de la secundaria y
el bachillerato.
¿Una leyenda urbana?
Personalmente, cuando me encuentro con este tipo de propuestas, me surgen
bastantes dudas. La primera es si se han considerado las influencias del
contexto al medir la evolución de la atención durante una exposición del
profesor. ¿Influyen en la concentración del alumnado el contenido de la
exposición, su dificultad, o los recursos que emplea el profesor para
explicarlo, el momento del día o la cantidad de clases que haya habido
previamente, y la más importante cómo han medido la atención del alumnado a lo
largo de la clase y cómo hicieron para que esas medidas no afectaran a la
atención?
El modelo de la curva de la atención nos llega de fuentes que no lo han
comprobado directamente, pero aseguran conocer datos fiables y, cuando se
analizan esos datos, la cuestión se enreda y se empiezan a encontrar más
referencias indirectas y distintas formas de contar la historia.
Cuando en google buscas imágenes de la “curva de la atención” o “attention
curve” no te sale una misma representación, sino varias distintas. La mayoría
de ellas comienzan con un aumento rápido de la atención, seguido por una brusca
caída, una fase baja y un aumento posterior. Sin embargo, las alturas
relativas, y las pendientes que se muestran pueden ser bastante diferentes.
Algunas van acompañadas por referencias de tiempo y otras no.
Varios de estos estudios tienen problemas metodológicos como que no se haya
evaluado la fiabilidad de los observadores o que no quede clara la relación
entre la variable medida y la atención.
En conclusión, la idea de que el funcionamiento de la atención humana hace
recomendable no prolongar las explicaciones más allá de un intervalo entre 10 y
20 minutos está bastante extendida.
La atención del alumnado a las lecciones o explicaciones es un asunto
complejo en el que probablemente influyen muchos factores.
Sería un exceso de confianza realizar modificaciones generales de la
estructura o duración de las clases dando por supuesto que este modelo es
válido, sin comprobar que realmente lo es y comunicar claramente a los
implicados la evidencia disponible para promover estos cambios.
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